En todas partes hallamos carteles con el mismo ruego aborigen: El lugar que va a escalar es un símbolo sagrado para nosotros. No debería hacerlo. No es lo más importante. Lo realmente auténtico es detenerse y oír. Estar atento a todo lo que le rodea. Escuchar y comprender. Si te lastimas o mueres, tu madre, padre o familiares llorarán y se pondrán muy tristes. ¿Por qué tenemos que decirle que se vaya de aquí y que no suba? Sólo deseamos que lo comprenda y nos comprenda. ¡No suba! Quizás le haga sentir tristeza, pero es lo que debemos decirle. ¡Estamos obligados a decírselo! Y así a los turistas se les encenderá una luz y dirán... ¡Ahora lo veo claro! Este es el camino correcto. ¡No escalar Uluru!
Aún y así de 400.000 visitantes que recibe el lugar al año conocidos como los minga, que significa: las hormigas, en término Anangu, 40.000 deciden ignorar el ruego de los aborígenes, considerada la cultura viva más antigua y optan por subir a la cima. Su trofeo comprar después una camiseta en el pueblo con el lema: “Yo subí el Uluru”.
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